Creemos en un Dios y Padre que creó el universo en general, y al hombre en particular lo hizo a su imagen y semejanza (Génesis 1:1-31). Pero el hombre, criatura libre, decidió desobedecer a Dios y esto introdujo el pecado y la muerte en el mundo (Génesis 3:1-19; Romanos 5:12-19). El pecado es la condición de rebeldía del corazón del ser humano contra Dios, quien se niega a reconocerle y someterse a su autoridad. Y eso es lo que causa la separación de Dios, lo cual es el mayor y más importante problema del ser humano (Romanos 3:23; 1 Juan 1:8-10). Este problema de separación no puede ser solucionado por el ser humano. Por eso Dios en su inmenso amor decidió solucionarlo encarnándose en su hijo Jesucristo y viniendo al mundo a morir por nuestros pecados (Juan 3:16; Romanos 5:8; 2 Corintios 5:19-21). Pero cada hombre individualmente debe reconocer con fe su pecado y apropiarse de la obra salvadora de Jesucristo y será salvo por el puro amor de Dios (Romanos 10:9-10; Efesios 2:8-10). Creemos que Jesús resucitó de los muertos (Marcos 16:6; 1 Corintios 15:3-7) y viene por segunda vez de manera personal, visible y gloriosa a consumar la historia y a llevarse a los que han puesto su fe en él (1 Tesalonicenses 4:15-18; Apocalipsis 1:7). Creemos que después de esta vida no hay más oportunidad sino que enfrentaremos el juicio de Dios (Hebreos 9:27; 2 Corintios 5:10) y de allí los que no han creído iran a la condenación eterna (Apocalipsis 11:15) y los creyentes en Jesucristo a la vida eterna (Juan 3:16; 2 Pedro 3:13). Y también creemos que la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, son la santa palabra de Dios y por lo tanto nuestra única norma de fe y práctica (2 Timoteo 3:16-17).
Convencidos de que el Espíritu Santo nos constriñó a aceptar al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, y tomando en cuenta que hemos sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en virtud de nuestra profesión de fe, al constituirnos en Iglesia ante Dios y ante esta congregación hacemos pacto los unos con los otros de la manera más solemne y gozosa como un cuerpo que somos en Cristo. Prometemos, auxiliados por el Espíritu Santo, andar juntos en amor cristiano; procurando el adelanto de esta iglesia . . . sostener su culto, ordenanazas, disciplinas y doctrinas, contribuir fija y gustosamente para el mantenimiento del ministerio . . . Prometemos cultivar la devoción familiar y particular . . . procurar la salvación de nuestros parientes, de nuestras amistades y de toda la humanidad en general; andar con circunspección en el mundo; ser justos en nuestras acciones, fieles en nuestros compromisos e irreprochables en nuestra conducta . . . Prometemos, además, cuidarnos los unos a los otros en amor fraternal; recordarnos mutuamente en oración; ayudarnos unos a otros en las enfermedades y en los infortunios. Cultivar el amor cristiano.
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