No es nuestro propósito el analizar las causas del fracaso de la cultura y la civilización modernas. La que nosotros deseamos hacer es una directa aplicación de este mismo proceso al movimiento de la Iglesia de Dios. Ciertas convicciones básicas produjeron este movimiento. Cuáles fueron esas convicciones, muy pronto las consideraremos. Los himnarios, los libros doctrinales, las revistas, las biografías y los diarios de esos años formativos del movimiento, claramente subrayan cuáles fueron esas convicciones básicas. Los primeros pioneros del movimiento estaban igualmente ciertos, primero que esos principios no eran invenciones interesantes de hombres, y en segundo lugar, que dichos principios tenían una autoridad muy por encima de la mera construcción intelectual. Ellos estaban seguros de que tales principios tenían profundas raíces en la revelación bíblica. Es de esas convicciones básicas que ha florecido el movimiento de la Iglesia de Dios, con sus ideales de santidad y de separación del mundo, su sentido misionero para proclamar la verdad de Dios en todo el mundo, su pueblo poseído de una llama espiritual de evangelismo, la cual se manifestó en un trabajo de visitación casa por casa, reuniones de oración en cabañas, y estudio bíblico, tanto como en evangelismo en masa en tiendas, en salones y en templos - un pueblo tan dedicado y tan rendido a Dios, que el maravilloso poder de Él a través de hechos sobrenaturales da sanidad, y de otras muchas maneras. Una conciencia clara de la habitación interior del Espíritu Santo dio lugar a la convicción de que era por medio de dirección carismática que el movimiento realizaría el propósito de Dios en él. Un sentido profundo de mayordomía se manifestó en negación personal, lo cual hizo posible las instituciones por medio de las cuales la Iglesia lleva adelante su trabajo, tanto como el asombroso trabajo de otras instituciones en varios países. Estos y otros muchos valores han florecido de las raíces de aquellas convicciones básicas que dieron origen al movimiento de la Iglesia de Dios en nuestra época. Si rechazamos o modificamos radicalmente esas convicciones básicas, las cuales han producido estos resultados, nos daremos cuenta de que los resultados, las flores preciosas, muy pronto morirán. El hecho es que no estaremos en capacidad de mantenerlos permanentemente si los separamos de las raíces de esas enseñanzas bíblicas básicas.
Este no es un intento por fijar en ningún orden sistemático las creencias y prácticas generales del movimiento de la Iglesia de Dios. El principal propósito de este librito es exponer las convicciones básicas que son el fundamento de este movimiento. Pero antes de meternos en esa discusión, quizá un resumen de esas creencias y prácticas generales sea de mucha ayuda. Varias afirmaciones semejantes han sido preparadas para ser publicadas, a través de las cuales se buscó diferenciar el trabajo de este movimiento de los otros grupos que ostentan el mismo nombre o uno similar. La siguiente declaración sería representativa de las creencias y prácticas generales. La Iglesia de Dios, como un movimiento, usa el nombre en un sentido inclusivo más que denominacional, porque es, realmente, un movimiento en la dirección de la unidad cristiana y del restablecimiento de la norma novo testamentaria de fe y vida. El énfasis doctrinal incluye: 1. Creencia en la divina inspiración de las Escrituras y en la autoridad y validez de esas Escrituras para la vida de hoy. 2. Salvación por medio de la expiación de Cristo. Esta doctrina de salvación incluye la obra del Espíritu Santo sobre el corazón del pecador, produciendo convicción de pecado y despertándolo a la realización de su condición pecaminosa y perdida; arrepentimiento, el cual conduce hacia la confesión y el abandono de todo pecado; gracia salvadora, por la cual el pecador acepta a Cristo como Salvador personal; justificación, la cual es el acto de Dios que perdona y recibe al individuo en la comunión con Él mismo; regeneración, que es también la acción de Dios en la naturaleza interior de uno, que quiebra el poder del pecado y crea esa naturaleza nueva que también es llamada el nuevo nacimiento; el testimonio del Espíritu Santo en el alma del individuo, que es el testimonio del Espíritu Santo en el alma del individuo en quien el perdón y la aceptación han tenido lugar, y que es al mismo tiempo la convicción de que la salvación se ha efectuado. 3. Santificación o la experiencia de santidad. Esta se refiere a la obra del Espíritu Santo en el corazón del creyente que ya ha recibido la salvación. Algunas veces es aludido como entera santificación o la segunda obra de gracia. Como una experiencia, nunca debe pensar de ella como separada del bautismo del Espíritu Santo, pues la entrada del Espíritu Santo en el corazón del creyente ya regenerado es la garantía de santificación y santidad. 4. El retorno personal de Cristo. El cual no está conectado con ningún reino milenial. El reino de Dios ya ha sido establecido y está aquí y ahora, aun cuando la plena realización de ese reino es cosa todavía futura y más allá de la historia. Con la venida de Cristo están asociados el juicio final y la resurrección de los muertos, como también la recompensa de los justos y el castigo de los malos. 5. El bautismo es por inmersión y solamente para los creyentes. El lavamiento de pies se practica como una ordenanza, y la Cena del Señor es observada como un memorial y como un acto de adoración. 6. La iglesia en el Nuevo Testamento es el Cuerpo de Cristo. Formada de todos los verdaderos cristianos, y todos los cristianos son uno en Cristo. La confusión de sectas y denominaciones es un obstáculo a esta unidad; no siendo una cosa bíblica, debiera ser quitada, Dios desea esta restauración del ideal del Nuevo testamento en su iglesia; es una restauración basada sobre la experiencia espiritual y no un convenio de credo.
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