El dicho popular "dime con quien andas y te diré quien eres" está enraizado en la Palabra de Dios, pues ella nos aconseja a seleccionar nuestras amistades y juntarnos con aquellos que aman verdaderamente a Dios. La verdadera amistad debe estar centrada en Cristo, para que podamos ser embellecidos y enriquecidos como personas. Las malas amistades corrompen hasta el mas santo, si se descuida. Un amigo es aquél al cual podamos ir en busca de un consejo, para pedirle una ayuda. ¡Qué mejor, para eso, que tener un/a amigo/a cristiano/a!. Jesús invertía tiempo con las prostitutas y los recaudadores de impuestos de la época,no para fomentar una amistad sino para predicarles el Evangelio. Nosotros podemos tener un encuentro casual o definido con aquellos que no tienen a Cristo, pero no será para fomentar una amistad sino para hablarles de Cristo, para que se conviertan y se transformen en hijos del Señor. Usted bien sabe que la clase de amistades que últimamente ha tenido no son precisamente aquellas que le guiarán a ser un mejor cristiano. Usted bien sabe la clase vida que ellos llevan, que contradicen plenamente lo que Dios quiere. No fomente amistad con ellos, mas bien si es necesario haga un corte antes de que sea tarde. Las malas amistades corrompen, por eso ore al Señor por nuevos amigos sino los tiene y si ya los ha encontrado y ellos son la clase de amigos consejeros de los que habla el pasaje de este día, ¡Usted es una persona bienaventurada, bendecida!
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